En la década pasada, el cine de terror francés consiguió cobrar notoriedad, a partir del éxito de películas como Haute Tension (2003) y À l'intérieur (2007). La Meute (La manada) es una combinación de dicho género, el cine fantástico y el gore.
El filme comienza con un auto circulando por un camino desierto cubierto de niebla, conducido (hasta escuchar todos sus cds de heavy-metal) por una joven de nombre Charlotte (Émilie Dequenne), que acepta como pasajero a un joven llamado Max (el cantante pop Benjamin Biolay, bastante parecido a su colega Nick Cave), que estaba ocupado en "hacer dedo" (autostop) a la vera de la carretera. Mientras Charlotte duerme, Max guía el vehículo hasta un bar en el medio de la nada llamado La Spack. Después de un incidente con un grupo de motoqueros que quieren abusarlos y de ser echados por la propietaria (Yolande Moreau), Max se dirige al baño y desaparece. Charlotte decide averiguar que ocurrió con su nuevo amigo y es secuestrada por la mujer, que resulta ser la madre del muchacho.
La primera mitad de la película es prometedora, a partir del aporte de los protagonistas y de una puesta en escena que transmite una sensación sombría y ominosa. La chica es atractiva, apropiada para representar su rol de heroína, uniformada de rigurosa campera de cuero, tatuaje y medias a rayas, el joven es de apariencia enigmática y la mujer suficientemente desagradable. La ambientación traduce en forma acabada la idea de un espacio olvidado, gris, invernal.
En la segunda mitad, cuando descubrimos que la moza y su hijo se dedican a alimentar a unos mutantes zombies canívales, el largometraje no puede evitar desbarrancar en virtud de un guión plagado de inconsistencias y de unas criaturas que no son lo bastante espeluznantes.
Subyace en el relato una subversiva idea política: los muertos vivientes son obreros que perecieron en una mina.
En lo formal, se destaca el uso de lo que denominaré falsos flashbacks, secuencias que, un tiempo después, son corregidas: la escena compartida por la dueña del bar y el policía (Philippe Nahon), y el final.
Lo mejor: el chiste del violador, el sádico, el incendiario, el asesino, el necrofílico y el masoquista [contado en comentarios].
El filme comienza con un auto circulando por un camino desierto cubierto de niebla, conducido (hasta escuchar todos sus cds de heavy-metal) por una joven de nombre Charlotte (Émilie Dequenne), que acepta como pasajero a un joven llamado Max (el cantante pop Benjamin Biolay, bastante parecido a su colega Nick Cave), que estaba ocupado en "hacer dedo" (autostop) a la vera de la carretera. Mientras Charlotte duerme, Max guía el vehículo hasta un bar en el medio de la nada llamado La Spack. Después de un incidente con un grupo de motoqueros que quieren abusarlos y de ser echados por la propietaria (Yolande Moreau), Max se dirige al baño y desaparece. Charlotte decide averiguar que ocurrió con su nuevo amigo y es secuestrada por la mujer, que resulta ser la madre del muchacho.
La primera mitad de la película es prometedora, a partir del aporte de los protagonistas y de una puesta en escena que transmite una sensación sombría y ominosa. La chica es atractiva, apropiada para representar su rol de heroína, uniformada de rigurosa campera de cuero, tatuaje y medias a rayas, el joven es de apariencia enigmática y la mujer suficientemente desagradable. La ambientación traduce en forma acabada la idea de un espacio olvidado, gris, invernal.
En la segunda mitad, cuando descubrimos que la moza y su hijo se dedican a alimentar a unos mutantes zombies canívales, el largometraje no puede evitar desbarrancar en virtud de un guión plagado de inconsistencias y de unas criaturas que no son lo bastante espeluznantes.
Subyace en el relato una subversiva idea política: los muertos vivientes son obreros que perecieron en una mina.
En lo formal, se destaca el uso de lo que denominaré falsos flashbacks, secuencias que, un tiempo después, son corregidas: la escena compartida por la dueña del bar y el policía (Philippe Nahon), y el final.
Lo mejor: el chiste del violador, el sádico, el incendiario, el asesino, el necrofílico y el masoquista [contado en comentarios].
1 comentario:
Un violador, un sádico, un incendiario, un asesino, un necrofílico y un masoquista están internados en un neuropsiquiátrico. El violador sugiere: "Que les parece si vamos y violamos al gato." El sádico responde: "Bueno, violemos al gato y luego lo torturamos". El incendiario agrega: "Perfecto, violemos al gato, lo torturamos y, más tarde, lo prendemos fuego." Por su parte, el asesino manifiesta: "De acuerdo, violemos al gato, lo torturamos, lo prendemos fuego y lo matamos." A todo ésto, el necrofílico aporta: "Esta bien, violemos al gato, lo torturamos, lo prendemos fuego, lo matamos y, después, lo volvemos a violar". Se hace un silencio, todos miran al masoquista y uno le pregunta: "Y vos, ¿no decís nada?"..."Miau."
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