Claromecó está situada a 566 km. de Buenos Aires y a 71 km. de la ciudad de Tres Arroyos, sobre la costa atlántica bonaerense. Para acceder a esa localidad se debe transitar por la Ruta Nacional Nº 2 hasta Las Armas y, luego, por la RP 74, donde el ómnibus se va a desviar un tramo para hacer una parada en la ciudad de Tandil, lo que no es necesario, claro está, si uno viaja en un auto particular. Más tarde, previo empalme con la RP 86, es preciso desplazarse por la RN 3 hasta Tres Arroyos. En el tramo Tres Arroyos-Claromecó, es obligado conducir por la RN 228 y, después, por la RP 73.
Desde La Plata, si se decide viajar por la única empresa de autotransporte de pasajeros que se dedica a hacer este recorrido, Río Paraná, es forzoso cambiar de bus durante el itinerario, resultando en una espera un tanto tediosa. Si, en cambio, se parte de Retiro, en la ciudad de Buenos Aires, por la empresa El Cóndor, el viaje es directo.
Claromecó es un pueblito simpático, de edificación baja y amplias avenidas. Tiene una plaza, que presenta la acostumbrada feria de artesanos, donde tienen lugar los usuales espectáculos gratuitos de música y magia para todo público. Aunque a decir verdad, lo más concurrido es el puesto de venta de panchos.
La playa es amplia y la temperatura del mar, agradable. Tiene unos pocos balnearios con servicio de carpas, ubicados hacia el sur, ocupadas mayormente por familias jóvenes con hijos pequeños, que eligen Claromecó debido a la tranquilidad que ofrece, y un parador donde se reúnen adolescentes que, durante este fin de semana de enero, organizó un tradicional seven de rugby.
En el extremo norte, se encuentra el faro de mampostería, ataviado con franjas negras y blancas, de una altura de 54 m.
Siempre me sentí atraído por esas torres que sugieren historias de navegantes librados a su suerte, alejados de seguridades y certezas atesoradas, pero inalcanzables cual espejismos.
Desde La Plata, si se decide viajar por la única empresa de autotransporte de pasajeros que se dedica a hacer este recorrido, Río Paraná, es forzoso cambiar de bus durante el itinerario, resultando en una espera un tanto tediosa. Si, en cambio, se parte de Retiro, en la ciudad de Buenos Aires, por la empresa El Cóndor, el viaje es directo.
Claromecó es un pueblito simpático, de edificación baja y amplias avenidas. Tiene una plaza, que presenta la acostumbrada feria de artesanos, donde tienen lugar los usuales espectáculos gratuitos de música y magia para todo público. Aunque a decir verdad, lo más concurrido es el puesto de venta de panchos.
La playa es amplia y la temperatura del mar, agradable. Tiene unos pocos balnearios con servicio de carpas, ubicados hacia el sur, ocupadas mayormente por familias jóvenes con hijos pequeños, que eligen Claromecó debido a la tranquilidad que ofrece, y un parador donde se reúnen adolescentes que, durante este fin de semana de enero, organizó un tradicional seven de rugby.
En el extremo norte, se encuentra el faro de mampostería, ataviado con franjas negras y blancas, de una altura de 54 m.
Siempre me sentí atraído por esas torres que sugieren historias de navegantes librados a su suerte, alejados de seguridades y certezas atesoradas, pero inalcanzables cual espejismos.
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