sábado, 23 de octubre de 2021

Le doulos (1962), de Jean-Pierre Melville

A Maurice Faugel (Serge Reggiani) le pesan los cuatro años que pasó en la cárcel tras haber sido traicionado por otro ladrón.
Decidido a dar un último simple golpe, ajustar cuentas y desaparecer, recurre a los servicios de su confiable "hasta probar lo contrario" amigo Silien (Jean-Paul Belmondo).
Doulos en el argot es sombrero.
En la jerga del submundo del hampa es el soplón, el buchón, el batidor, el que "lleva puesto" el informe de la policía.
La de Belmondo es una lograda composición de un personaje complejo que responde a una lógica propia, un antihéroe que sigue sus propios códigos.
Este es quizá el mayor aporte de la novela negra a la literatura, y al cinéma noire para el caso: la personificación de esos seres cuya idea de rectitud, sus decisiones en términos morales, su práctica de la justicia son tan personales que resultan difíciles aceptar; pero qué otras podrían sostener en el mundo que habitan, un mundo donde "miente o muere".
Frío, despiadado, sádico, Silien no duda un instante en golpear o matar como un medio para llevar a cabo su maquiavélico plan; contrastando con el uso de la violencia estrictamente irracional en Maurice, quién actúa movido por un sentimiento de venganza.