
El sabor de la noche es su última película, escrita en inglés y rodada en Estados Unidos.
Mas el cambio de escenario no resultó tan auspicioso como lo fue, por ejemplo, para Wim Wenders en Paris, Texas (1984), ambas con banda sonora a cargo de Ry Cooder.
El filme conserva la riqueza de las imágenes que son una marca registrada por el realizador: sus luces de neón, sus colores saturados, sus primeros planos que buscan atrapar en cada gesto el alma de sus personajes (no colabora que Jude Law, Norah Jones o Rachel Weisz se encuentran a años luz en términos expresivos de sus actores fetiche: Tony Leung y Maggie Cheung), cumpliendo un rol fundamental la fotografía de Darius Khondji, reemplazo en plan mimetización del habitual colaborador Christopher Doyle (está todo lo habitual: los trenes surcando raudamente la azul noche; los interiores deslucidos en el inexorable proceso de marchitarse, a la par de sus ocupantes en ininterrumpido tránsito sin destino (las barras de los bares consiguen destronar a los acostumbrados corredores de los hoteles de mala muerte), etc.