lunes, 13 de febrero de 2012

Medianeras (2011), de Gustavo Taretto

La ciudad puede separar, desunir, más aún cuando crece en forma descontrolada, caótica e incontenible.
Los edificios que se construyen son cada vez de menor tamaño y contienen unidades más pequeñas, oscuras e inhabitables.
Del mismo modo que las viviendas pueden reflejar las diferencias sociales, las personas representarían las características de los espacios que habitan.
Martín (Javier Drolas) vive aislado producto de sus fobias.
Mariana (la española Pilar López de Ayala) no puede superar una separación.
Están solos, pero destinados a conocerse.
Más interesante la historia de Martín que la de Mariana, suma los momentos más logrados: aquellos en los que el debutante director Gustavo Taretto se decide por echar mano al humor; y los apuntes sobre la arquitectura de Buenos Aires, entre los que destaca la anécdota sobre la construcción del edificio Kavanagh.
Medianeras cuenta con las participaciones de: Jorge Lanata, Romina Paula, Alan Pauls, Inés Efron, Adrián Navarro, Rafael Ferro y Carla Peterson, en sendos cameos que tienen la utilidad de decir algo acerca de los personajes, pero sin llegar a dar forma a roles secundarios que habrían enriquecido el relato.
La dificultad que enfrenta Medianeras, insalvable al efecto de conseguir un resultado más exitoso, en términos artísticos al menos, es la de toda película que cuenta la vida de personas de clase media. Dado que se propone hablar de nosotros, los que habitualmente concurrimos al cine, debe mostrar algo que sea peculiar, singular, diferente, tener la capacidad de despertar curiosidad, interés, la habilidad para descubrir lo que nos cuesta ver aunque no esté oculto.
Debe decir algo más que las ciudades populosas y las nuevas tecnologías generan aislamiento.
Un ejemplo magistral al respecto es Manhattan, la obra maestra de Woody Allen, cuya memorable última escena está incluida en el filme.

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