John Zorn/Masada - Teatro Coliseo, 15 de marzo de 2012

John Zorn es un versátil, prolífico, aventurado saxofonista y compositor, identificado con la escena de vanguardia de la ciudad de Nueva York desde los ochentas. Su obra está compuesta por más de cien grabaciones como líder, en su mayoría editadas por el sello de su creación de nombre Tzadik, e incluye una gran variedad estilística: avant-garde, hard rock, surf, música de cámara, bandas de sonido de películas, etc.
Masada, su proyecto principal entre una serie innumerable (vgr., Naked City, Bar Kohkba, Painkiller, The Dreamers), muestra distintas fisonomías: Electric Masada, Masada String Trio, Masada Guitars, Masada Sextet, etc. La formación original, conocida también como Acoustic Masada, emplea la estructura del clásico cuarteto del revolucionario saxofonista Ornette Coleman, para crear una singular amalgama de free jazz y klezmer (música folklórica de los judíos centroeuropeos), y se compone de John Zorn en saxo alto, Dave Douglas en trompeta, Greg Cohen en contrabajo y Joey Baron en batería.
No es frecuente en Buenos Aires tener la oportunidad de escuchar una agrupación que exhiba semejante nivel de ajuste e interacción, producto de las exquisitas condiciones técnicas de sus integrantes, sumadas a veinte años tocando juntos.
Sobre el escenario del Teatro Coliseo, la banda demostró una inusual dinámica grupal, una interpretación visceral, participaciones solistas inspiradas y una sección rítmica estimulante, demoledora.
El desarrollo de las composiciones enseñó una abundante utilización de los cambios graduales de intensidad, continuos crescendos y diminuendos, donde brilló el sostén rítmico conducido en forma muy animada por el líder, aprovechando la notable afinidad musical con sus acompañantes, y un amplio espacio para los solos muy expresivos, llenos de matices de Douglas, y los encendidos, salvajes, alocados de Zorn.
Entre los momentos destacados, se pueden mencionar: Mibi, firmemente orientada al free jazz, comprendió abruptos cortes y todo tipo de chillidos, rugidos y estridencias gestados por el saxofonista; Rahtiel, una agridulce balada de profundo dramatismo; y Tagriel, evocativa de los sonidos de medio oriente e impulsada por los tambores, tocados con mazas, por el baterista.
Finalizada la actuación, la audiencia premió con inusual fervor una visita que merece ser recordada.