Villa Gesell, ubicada a 378 km al sudeste de la ciudad de Buenos Aires, ha perdido el encanto que la caracterizara.
Abandonó su fisonomía de localidad balnearia preferida por jóvenes con inclinación a lo natural, a la cosa hippie, que, a principios de los ochentas, cuando visité Villa Gesell por primera vez, convivían con los aficionados a la noche, los que frecuentaban los boliches de moda.
Más tarde, reducto exclusivo para hordas de adolescentes que cumplían con el rito de las primeras vacaciones alejados de la mirada de sus padres; en la actualidad es elegida por un segmento de los jóvenes en virtud de una cierta rivalidad con Pinamar (más cheta), y de familias de clase media atraídas por una opción para veranear económica.
Más allá que la reivindicación de una forma de vida menos artificial, asociada a lo urbano, y que el rescate de hábitos sociales y de consumo más auténticos pertenezca de algún manera al pasado, y haya sido sustituida por lo que el marketing ofrece como "turismo ecológico", habría sido deseable que Gesell conservara los rasgos que favorecieron su crecimiento.
Preservar su identidad la convertiría en un destino a visitar que se diferenciara de la hip Pinamar y de la pretendida slow city Mar de las Pampas.
Abandonó su fisonomía de localidad balnearia preferida por jóvenes con inclinación a lo natural, a la cosa hippie, que, a principios de los ochentas, cuando visité Villa Gesell por primera vez, convivían con los aficionados a la noche, los que frecuentaban los boliches de moda.
Más tarde, reducto exclusivo para hordas de adolescentes que cumplían con el rito de las primeras vacaciones alejados de la mirada de sus padres; en la actualidad es elegida por un segmento de los jóvenes en virtud de una cierta rivalidad con Pinamar (más cheta), y de familias de clase media atraídas por una opción para veranear económica.
Más allá que la reivindicación de una forma de vida menos artificial, asociada a lo urbano, y que el rescate de hábitos sociales y de consumo más auténticos pertenezca de algún manera al pasado, y haya sido sustituida por lo que el marketing ofrece como "turismo ecológico", habría sido deseable que Gesell conservara los rasgos que favorecieron su crecimiento.
Preservar su identidad la convertiría en un destino a visitar que se diferenciara de la hip Pinamar y de la pretendida slow city Mar de las Pampas.
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