Recital gratuito de Pedro Aznar con motivo de "celebrar" la música de Luis Alberto Spinetta, vocablo elegido por oposición al de "tributo", puesto que, según Pedro: “Tributo es una palabra que aleja. Celebración, acerca”.
Llevado a cabo en Plaza Italia, congregó en un frío domingo de un fin de semana extra largo a una multitudinaria concurrencia.
Abro un paréntesis con un contenido un poco intolerante para decir que los conciertos de rock con entrada libre suelen ser tan masivos que conspiran con la posibilidad de poder presenciar lo que ocurre sobre el escenario de un modo mínimamente satisfactorio. Junto a los que tienen interés en escuchar, se acercan los que aprovechan la ocasión para pasar el rato o vender "lo que sea". En esta oportunidad, observé gente sentada tomando mate, a las 21 hs., cuando la temperatura era de 12º, entre personas caminando a su alrededor casi pisándolas. En fin, cierro el paréntesis.
¡Qué extraña sensación escuchar a Spinetta interpretado por otro! Tocar la música de El Flaco es una empresa laboriosa, debido a que se trata de un artista cuya obra tiene un sello significativamente personal.
Pedro sorteó con éxito semejante dificultad con fundamento en su propia madurez, recreando las piezas con el respeto que se merecen los clásicos, pero sin pretender copiar a Spinetta. Asimismo, aportó su bella voz, y unos austeros, apropiados arreglos que acertaron a la hora de brindar cohesión a un repertorio que consigue unir sonidos muy enraizados en el rock, en los tempranos temas de Pescado Rabioso, con otros donde es más notable la influencia del jazz, como los de Invisible o Jade.
Pedro interpretó gemas inolvidables como: Los libros de la buena memoria (no digo que no sea posible componer una pieza más linda, pero no es nada sencillo); Blues de Cris; Cementerio club; Lenny Blues, pieza perteneciente a una comedia musical inédita, cuya música incidental es de Pedro y el tema principal, de Luis; Sexo; Barro tal vez, Durazno sangrando, acompañado por la cantante Roxana Amed, que definió Durazno como "una canción emblemática entre tantas"; Alas de la mañana, única coescrita por autor e intérprete, en dos versiones por fallas en un micrófono; No ves que ya no somos chiquitos; El anillo del capitán Beto; Que ves el cielo, ¡Cuántas veces escuché esta canción en una reunión o fogón!; Quedándote o yéndote, perteneciente a Kamikaze, un disco de los favoritos por los fanáticos, vergonzosamente descatalogado; Seguir viviendo sin tu amor, la composición más popular de Luis en los últimos veinte años; Muchacha ojos de papel, "Esta quiero que se la canten ustedes a Luis", entonada en forma casi reverencial por la audiencia, lo que hizo que el momento fuera aún más emotivo; Ella también, una de sus canciones más hermosas.
También participaron de esta velada: el tecladista Andrés Beeuwsaert; y Pomo, baterista de bandas como Invisible y Spinetta-Jade.
Llevado a cabo en Plaza Italia, congregó en un frío domingo de un fin de semana extra largo a una multitudinaria concurrencia.
Abro un paréntesis con un contenido un poco intolerante para decir que los conciertos de rock con entrada libre suelen ser tan masivos que conspiran con la posibilidad de poder presenciar lo que ocurre sobre el escenario de un modo mínimamente satisfactorio. Junto a los que tienen interés en escuchar, se acercan los que aprovechan la ocasión para pasar el rato o vender "lo que sea". En esta oportunidad, observé gente sentada tomando mate, a las 21 hs., cuando la temperatura era de 12º, entre personas caminando a su alrededor casi pisándolas. En fin, cierro el paréntesis.
¡Qué extraña sensación escuchar a Spinetta interpretado por otro! Tocar la música de El Flaco es una empresa laboriosa, debido a que se trata de un artista cuya obra tiene un sello significativamente personal.
Pedro sorteó con éxito semejante dificultad con fundamento en su propia madurez, recreando las piezas con el respeto que se merecen los clásicos, pero sin pretender copiar a Spinetta. Asimismo, aportó su bella voz, y unos austeros, apropiados arreglos que acertaron a la hora de brindar cohesión a un repertorio que consigue unir sonidos muy enraizados en el rock, en los tempranos temas de Pescado Rabioso, con otros donde es más notable la influencia del jazz, como los de Invisible o Jade.
Pedro interpretó gemas inolvidables como: Los libros de la buena memoria (no digo que no sea posible componer una pieza más linda, pero no es nada sencillo); Blues de Cris; Cementerio club; Lenny Blues, pieza perteneciente a una comedia musical inédita, cuya música incidental es de Pedro y el tema principal, de Luis; Sexo; Barro tal vez, Durazno sangrando, acompañado por la cantante Roxana Amed, que definió Durazno como "una canción emblemática entre tantas"; Alas de la mañana, única coescrita por autor e intérprete, en dos versiones por fallas en un micrófono; No ves que ya no somos chiquitos; El anillo del capitán Beto; Que ves el cielo, ¡Cuántas veces escuché esta canción en una reunión o fogón!; Quedándote o yéndote, perteneciente a Kamikaze, un disco de los favoritos por los fanáticos, vergonzosamente descatalogado; Seguir viviendo sin tu amor, la composición más popular de Luis en los últimos veinte años; Muchacha ojos de papel, "Esta quiero que se la canten ustedes a Luis", entonada en forma casi reverencial por la audiencia, lo que hizo que el momento fuera aún más emotivo; Ella también, una de sus canciones más hermosas.
También participaron de esta velada: el tecladista Andrés Beeuwsaert; y Pomo, baterista de bandas como Invisible y Spinetta-Jade.
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