Es poco frecuente que el cine proveniente de Estados Unidos, al menos aquel que es un producto de la gran industria, se ocupe de los que tienen menos. Es la negación a mostrar un sistema que no es capaz de dar respuesta adecuada a las carencias que ocasiona.
Chop Shop persigue retratar a quienes habitan en los márgenes de una ciudad no inclusiva, aquellos que solo pueden participar de un juego de béisbol en el Yankee Stadium o del Open de Tenis, desde afuera.
Con ese fin, sigue los pasos de Ale (Alejandro Polanco), un niño huérfano de origen latino, tratando de sobrevivir en un mundo de adultos.
Ale vende DVDs piratas y trabaja en un taller mecánico/desarmadero de autos, mientras ahorra dinero para cumplir con su sueño: comprar una camioneta para vender comida (food van), que sería atendida por Isamar (Isamar Gonzales), su hermana adolescente y, de ese modo, mejorar su situación y no depender de nadie.
Eso es todo. Contado sin ánimo moralizador, sin intención de juzgar o de hacer un melodrama.
Ramin Bahrani expone a sus personajes, invisibles para una sociedad y el cine de Hollywood que deciden ignorarlos.
Chop Shop persigue retratar a quienes habitan en los márgenes de una ciudad no inclusiva, aquellos que solo pueden participar de un juego de béisbol en el Yankee Stadium o del Open de Tenis, desde afuera.
Con ese fin, sigue los pasos de Ale (Alejandro Polanco), un niño huérfano de origen latino, tratando de sobrevivir en un mundo de adultos.
Ale vende DVDs piratas y trabaja en un taller mecánico/desarmadero de autos, mientras ahorra dinero para cumplir con su sueño: comprar una camioneta para vender comida (food van), que sería atendida por Isamar (Isamar Gonzales), su hermana adolescente y, de ese modo, mejorar su situación y no depender de nadie.
Eso es todo. Contado sin ánimo moralizador, sin intención de juzgar o de hacer un melodrama.
Ramin Bahrani expone a sus personajes, invisibles para una sociedad y el cine de Hollywood que deciden ignorarlos.
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