Con motivo de la anterior visita a nuestro país de la compañía jerezana La Zaranda en el año 2006 para presentar Homenaje a los malditos, Eusebio Calonge, autor de los textos, expresaba: "El argumento es el de siempre: la devastación del tiempo. Todas las obras que hicimos tienen dos polos: uno es el tiempo y el otro la eternidad. El conflicto entre esos elementos es el resorte existencial de nuestros trabajos".
Los que ríen los últimos muestra a tres payasos herederos de cinco generaciones de artistas de circo que, en procura de recuperar glorias pasadas, emprenden un peregrinaje que los devuelva a una gran actuación, contando con una indicación de su difunto padre: solo conseguirán ese objetivo una vez que hayan atravesado una encrucijada.
Pero en su afanosa búsqueda por trascender, por no quedar en el olvido, los personajes de Los que ríen los últimos parecen en tránsito a ninguna parte, representando la orfandad, el desamparo, la indiferencia, el abatimiento.
Su derrotero los conduce a un vertedero, metáfora de un mundo que se ha convertido en un gran basural. Mas: "quién no se pierde, no encuentra nada".
Así, cuando ya no se tienen fuerzas para continuar, apenas resta prepararse para la última función, en memoria de su padre, porque: "los sueños se persiguen, no se cumplen".
Los que ríen los últimos comprende los elementos propios del lenguaje de la agrupación: música de raigambre española y tono melodramático; escasos elementos escenográficos, entre los que se distingue una vieja bañera adosada a un triciclo; una iluminación que se propone recrear una estética visual pictórica.
En su indagación existencial, La Zaranda decide enaltecer la dignidad de quienes eligen resistir, mantenerse fieles a sí mismos.
Los que ríen los últimos muestra a tres payasos herederos de cinco generaciones de artistas de circo que, en procura de recuperar glorias pasadas, emprenden un peregrinaje que los devuelva a una gran actuación, contando con una indicación de su difunto padre: solo conseguirán ese objetivo una vez que hayan atravesado una encrucijada.
Pero en su afanosa búsqueda por trascender, por no quedar en el olvido, los personajes de Los que ríen los últimos parecen en tránsito a ninguna parte, representando la orfandad, el desamparo, la indiferencia, el abatimiento.
Su derrotero los conduce a un vertedero, metáfora de un mundo que se ha convertido en un gran basural. Mas: "quién no se pierde, no encuentra nada".
Así, cuando ya no se tienen fuerzas para continuar, apenas resta prepararse para la última función, en memoria de su padre, porque: "los sueños se persiguen, no se cumplen".
Los que ríen los últimos comprende los elementos propios del lenguaje de la agrupación: música de raigambre española y tono melodramático; escasos elementos escenográficos, entre los que se distingue una vieja bañera adosada a un triciclo; una iluminación que se propone recrear una estética visual pictórica.
En su indagación existencial, La Zaranda decide enaltecer la dignidad de quienes eligen resistir, mantenerse fieles a sí mismos.
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