sábado, 19 de diciembre de 2009

Shara (2003), de Naomi Kawase

Shara comienza con una larga secuencia sin cortes donde la cámara persigue a dos chicos que juegan y corren por las calles de Nara, la ciudad natal de la directora japonesa Naomi Kawase, hasta que uno sorpresivamente desaparece.
Años más tarde, la madre dice al padre: "No lo estamos enfrentando. Tenemos que enfrentarlo". Es el tema primordial de la película: el duelo, cómo continuar a partir del dolor que provoca una pérdida.
Luz y sombra es la respuesta que ensaya el padre en forma de dos ideogramas que dibuja frente a su familia.
Ausencia, memoria, amor, nacimiento, religión, tradiciones, forman parte de un ciclo vital.
Escenas como el primer beso, un parto natural, la revelación a una hija que es adoptada, o la realización de un festival de danzas callejeras, son retratadas en forma majestuosa, con una naturalidad y una belleza poco comunes; todo es filmado de manera próxima, íntima, pero también tomando la distancia que impone el respeto.
Shara representa mi idea de qué debe ser el cine.

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