martes, 15 de diciembre de 2009

Crímenes oscuros (Retribution, 2006), de Kiyoshi Kurosawa

En Crímenes oscuros, el realizador Kiyoshi Kurosawa plantea un interrogante acerca de qué ocurre con las sociedades como la japonesa actual en las que todo es reciclado sin preservar el pasado.
Esos espacios urbanos, que no han sido demolidos ni reconstruidos, ofrecen testimonio del paso del tiempo, a la vez que representan aquello que no fue, lo inacabado.
Los personajes, del mismo modo, no pueden evitar cargar el peso de sus culpas.
Noboru Yoshioka (Kôji Yakusho), un experimentado policía que investiga un asesinato, empieza a dudar de sí mismo; mientras que el ya familiar fantasma mujer joven de pelo largo, lacio y oscuro, en esta ocasión luciendo un vestido color escarlata (el color de la sangre) (Riona Hazuki), que podría no ser más que la corporización de sus pecados, tiene la intención de forzarlo a recordar lo que permanece oculto en su memoria, irrumpiendo en su conciencia, abriendo grietas en las paredes de esos edificios viejos, porque no se puede continuar, parece decir Kiyoshi Kurosawa, sin antes revisar aquella parte de nuestra historia que nos afecta profundamente.
Los adictos al género de terror japonés encontrarán todos los ingredientes necesarios para disfrutar de esta película, mientras que los aficionados a un cine de autor reconocerán muchas ideas visuales muy logradas, usualmente ausentes en un producto dirigido a un público masivo.

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